Manifiesto

“La huma­ni­dad es verbo que no sólo se con­ju­ga en pasa­do, sino esen­cial­men­te en futu­ro”

— Olga Poblete

Modernismo Latinoamericano es una ini­cia­ti­va que busca rele­var la cul­tu­ra visual y mate­rial de los pro­yec­tos eman­ci­pa­to­rios del ciclo desa­rro­llis­ta y de su ante­sa­la en las pri­me­ras déca­das del siglo XX. Los ver­ti­gi­no­sos cam­bios eco­nó­mi­cos y tec­no­ló­gi­cos sus­ci­ta­dos duran­te este perío­do poten­cia­ron una base mate­rial para la con­for­ma­ción de movi­mien­tos artís­ti­cos, polí­ti­cos e inte­lec­tua­les que tra­za­ron emo­cio­nan­tes y nove­do­sas ima­gi­na­cio­nes de futu­ro. En con­se­cuen­cia, bus­ca­mos abrir los archi­vos de aque­lla moder­ni­dad ple­be­ya que emer­ge con las revo­lu­cio­nes hai­tia­na y mexi­ca­na, y que se abre paso más tarde con los pro­gra­mas de indus­tria­li­za­ción por sus­ti­tu­ción de impor­ta­cio­nes, las refor­mas agra­rias y la expan­sión de la ins­truc­ción popu­lar.

En América Latina, el con­cep­to de moder­nis­mo tra­di­cio­nal­men­te ha sido emplea­do para desig­nar un grupo de van­guar­dias lite­ra­rias his­pa­no­ame­ri­ca­nas cuyas con­tri­bu­cio­nes ini­cian hacia fines del siglo XIX. Sin embar­go, y a par­tir del res­ca­te de diver­sos arte­fac­tos y expe­rien­cias que datan desde la déca­da de 1910 hasta el giro auto­ri­ta­rio de los años seten­ta, esta ini­cia­ti­va tiene como fina­li­dad ampliar el alcan­ce de este con­cep­to, situan­do a la región en el marco de una his­to­ria glo­bal del moder­nis­mo popu­lar, enten­di­do como movi­mien­to auto­cons­cien­te orien­ta­do a dispu­tar, radi­ca­li­zar y hacer pro­pias las for­mas y fuer­zas de la moder­ni­dad. A dife­ren­cia del alto moder­nis­mo occi­den­tal (en sus ver­sio­nes tanto sovié­ti­ca como diri­gis­ta-key­ne­sia­na), el lati­no­ame­ri­cano fue pro­duc­to de una poten­cia barro­ca cuya fuer­za vital se deri­va de la mez­cla de civi­li­za­cio­nes ame­ri­ca­nas, de diás­po­ras y mes­ti­za­jes; de los sin­cre­tis­mos entre la cul­tu­ra glo­bal y local, el movi­mien­to obre­ro, cam­pe­sino, femi­nis­ta e indí­ge­na.

El moder­nis­mo lati­no­ame­ri­cano no fue sola­men­te uno, así como tam­po­co fue sola­men­te eli­ta­rio, mas­cu­lino o euro­pei­zan­te. En con­se­cuen­cia, esta ini­cia­ti­va busca recons­truir los futu­ros sote­rra­dos de pro­yec­tos que fue­ron emi­nen­te­men­te abi­ga­rra­dos, insur­gen­tes e inter­na­cio­na­lis­tas. Un moder­nis­mo antro­pó­fa­go que no buscó pre­ser­var una (impo­si­ble) pure­za, sino que encar­na las deri­vas his­tó­ri­cas de movi­mien­tos que amplia­ron y radi­ca­li­za­ron la pro­me­sa del pro­yec­to ilus­tra­do, tra­zan­do un hori­zon­te eman­ci­pa­to­rio desde la reali­dad con­cre­ta de los pue­blos de la peri­fe­ria. “Tierra y liber­tad”, la con­sig­na inmor­ta­li­za­da por la Revolución Mexicana en 1910, sim­bo­li­za pode­ro­sa­men­te este espí­ri­tu de los tiem­pos.

Durante este perío­do, la región fue el esce­na­rio de una apues­ta por revo­lu­cio­nar las for­mas lite­ra­rias, artís­ti­cas, arqui­tec­tó­ni­cas, tec­no­ló­gi­cas y eco­nó­mi­cas. La repro­duc­ti­bi­li­dad téc­ni­ca abrió paso a un pro­fu­so campo de pro­duc­ción grá­fi­ca y edi­to­rial sos­te­ni­do tanto en la expe­ri­men­ta­ción y apues­ta por una visua­li­dad pro­pia, como en la aspi­ra­ción de demo­cra­ti­zar el acce­so y la auto­re­pre­sen­ta­ción popu­lar en el arte y la cul­tu­ra. Nuevas corrien­tes y tec­no­lo­gías arqui­tec­tó­ni­cas no sola­men­te res­pon­die­ron a las apre­mian­tes nece­si­da­des habi­ta­cio­na­les de la clase tra­ba­ja­do­ra; tam­bién per­mi­tie­ron una amplia­ción de la expe­rien­cia sub­je­ti­va y el goce colec­ti­vo a tra­vés del dise­ño y cons­truc­ción de infra­es­truc­tu­ras masi­vas para el ocio, el espar­ci­mien­to y el dis­fru­te. Así, la his­to­ria de la moder­ni­dad urba­na del siglo pasa­do es tam­bién una his­to­ria sen­si­ble que se expan­dió más allá del gris del hor­mi­gón arma­do, pero que supo tam­bién ver ahí entre los pla­nos de las obras de cuño bru­ta­lis­ta y las vivien­das socia­les, la mate­ria­li­dad de una mejor vida para las per­so­nas.

 “Sólo la antro­po­fa­gia nos une.
Socialmente. Económicamente. Filosóficamente”

— Manifiesto Antropófago

A su vez, la amplia­ción de la capa­ci­dad pro­duc­ti­va-indus­trial en las eco­no­mías nacio­na­les duran­te la era desa­rro­llis­ta trajo con­si­go una pro­pues­ta de moder­ni­dad polí­ti­ca que desa­fió el poder del impe­ria­lis­mo y las repú­bli­cas oli­gár­qui­cas, y que quedó níti­da­men­te retra­ta­da en acon­te­ci­mien­tos como la Revolución Cubana, la Unidad Popular en Chile, y el inter­na­cio­na­lis­mo del Tercer Mundo arti­cu­la­do en torno a la Tricontinental y la decla­ra­ción del Nuevo Orden Económico Internacional. El ciclo auto­ri­ta­rio que se ini­ció en la región tras los gol­pes de 1964 en Brasil y de 1973 en Chile, por su parte, tam­bién dio ori­gen a una cul­tu­ra polí­ti­ca de lucha anti­fas­cis­ta que puso al cen­tro la defen­sa de la liber­tad polí­ti­ca y la dig­ni­dad huma­na duran­te los momen­tos más oscu­ros de las dic­ta­du­ras cívi­co mili­ta­res. 

“Todo lo humano es nues­tro” 

— José Carlos Mariátegui 

El acer­vo que se pone a dis­po­si­ción del públi­co arti­cu­la pro­ce­sos de libe­ra­ción nacio­nal y sexual, refor­mas agra­rias y socia­li­za­ción de la rique­za, goce y revo­lu­cio­nes, pug­nas por la demo­cra­ti­za­ción y la amplia­ción del Estado, pro­yec­tos socia­lis­tas, femi­nis­tas y anti­co­lo­nia­les, expe­ri­men­ta­ción van­guar­dis­ta y cul­tu­ra de masas. Hoy, el auge de un nuevo giro auto­ri­ta­rio, de gue­rras impe­ria­lis­tas, y de una cri­sis pla­ne­ta­ria que ame­na­za con la extin­ción de la huma­ni­dad, deman­dan res­ti­tuir hori­zon­tes de trans­for­ma­ción que pue­dan poner la vida en el cen­tro. 

Por medio de su pla­ta­for­ma digi­tal abier­ta, y junto a una red de inves­ti­ga­ción inter­na­cio­nal e inter­na­cio­na­lis­ta, esta ini­cia­ti­va pre­ten­de ten­sio­nar el rea­lis­mo capi­ta­lis­ta de estos tiem­pos, ponien­do a dis­po­si­ción públi­ca las ima­gi­na­cio­nes de futu­ro de lo que fue nues­tro moder­nis­mo. Pese a haber sido trun­ca­do por medio de la vio­len­cia mili­tar y la amne­sia social, su pre­sen­cia fan­tas­má­ti­ca aún sub­sis­te en quie­nes con­si­de­ra­mos que una moder­ni­dad alter­na­ti­va, plu­ra­lis­ta, eco­ló­gi­ca y bella para las gran­des mayo­rías no sola­men­te es posi­ble, sino nece­sa­ria. 

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