
Buen diseño para la industria
Daniela Lucena. Socióloga y Doctora en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires. Se especializa en el estudio del arte, el diseño y la moda. Es investigadora independiente del CONICET y profesora de la FADU-UBA.
Reseña:
Tal como nosotros lo imaginamos, el artista del futuro ha de mirar a nuevos horizontes de creación, entrando en el universo de la producción de objetos en serie, objetos de uso cotidiano y popular, que en definitiva, constituyen la realidad más inmediata del hombre.
— Tomás Maldonado, 1949
A mediados de la década de 1950, el crecimiento de la industria textil en Argentina y las transformaciones sociales impulsadas por el primer peronismo generaron un terreno fértil para nuevas ideas que conectaran el arte con la producción fabril. En este contexto Jacobo Soifer, consultor del sector industrial, lanzó el proyecto buen diseño para la industria. La iniciativa buscaba establecer un diálogo entre artistas de vanguardia y empresarios, promoviendo una integración inédita entre creatividad e innovación industrial.
Con este propósito en mente, Soifer convocó a Alfredo Hlito, Miguel Ocampo, José Fernández Muro y Sarah Grilo, destacados integrantes del grupo de Artistas Modernos de Argentina, para desarrollar patrones textiles que pudieran ser incorporados a la producción en masa. En un taller situado en la calle Moreno 1140 de la Ciudad de Buenos Aires, los artistas realizaron más de trescientas pinturas en témpera sobre papel que fueron concebidas como diseños para telas. Estas creaciones, que incluían propuestas originales para vestidos, camisas, pañuelos, sábanas y tapicerías, aportaron “un repertorio de motivos decorativos abstractos no tradicionales” que diferían notoriamente de “los cuadrillés y rayados típicos de los años 50” (Herrera, 2014: 118). Empresas como Sudantex, Italcar, Celaco y Lanera San Blas se interesaron en estos patrones, que serían reproducidos mediante técnicas de serigrafía de alta precisión.
Una característica distintiva de buen diseño para la industria fue la implementación de un sistema de regalías para los artistas, diseñado por Soifer con la idea de garantizar una retribución justa y sostenida por el uso de sus diseños. Esto no solo incentivaría la creación artística, sino que también permitiría a los artistas obtener un sustento económico y vincular su trabajo con el desarrollo industrial del país.
Desde una perspectiva metodológica, el proyecto se mantuvo fiel al ideario de la vanguardia de arte concreto, en el que la invención promovía la creación de formas estéticas y funcionales capaces de dotar a la vida cotidiana de un sentido creativo. Los artistas concretos, entre quienes se encontraba Hlito, habían militado en el Partido Comunista en la década de 1940. Para ellos el arte era una actividad práctica emancipadora a través de la cual se podía transformar la realidad, en oposición a las lógicas alienantes y deshumanizantes propias del sistema capitalista.
Tal como señalaba en 1950 el líder del concretismo, Tomás Maldonado, “el artista concreto parte de un tema plástico que, íntimamente unido a un plan estructurador, lo guía hasta la invención de un objeto estético, tan funcionalmente concebido, que puede unirse con fluidez y naturalidad al resto del universo”. Su enfoque, que apostaba al diseño como una herramienta para el cambio social, también reafirmaba el compromiso político de los artistas con un modelo revolucionario que buscaba integrar el arte y la vida en una nueva realidad más justa e igualitaria.
Si bien el proyecto de buen diseño para la industria no logró consolidar el diseño como una práctica profesional plenamente autónoma en esa época, resulta un episodio significativo, aunque poco conocido, de la historia de las artes aplicadas y el diseño moderno en Argentina. La iniciativa no solo acercó el arte a la industria, sino que también sentó un precedente clave en la articulación del diseño como un factor relevante en el desarrollo económico y cultural del país.
Referencias
Libros y publicaciones asociadas:
Cesarco, A. (Ed.). (2023). Buen diseño para la industria. New York, NY: Institute for Studies on Latin American Art (ISLAA).
García, M. A. (2011). El arte abstracto: Intercambios culturales entre Argentina y Brasil. Buenos Aires, Argentina: Siglo XXI.
Herrera, M. J. (2014). Cien años de arte argentino. Buenos Aires, Argentina: Biblos-Fundación Osde.
Lucena, D. (2015). Contaminación artística: Vanguardia concreta, comunismo y peronismo en los años 40. Buenos Aires, Argentina: Biblos.
Otros enlaces:
Six questions on Tomás Maldonado — Daniela Lucena — Interviewed by Guido Campi
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