Brasilia

Francisca Márquez, Antropóloga y Doctora en Antropología, UCL, Profesora titu­lar de la Universidad Alberto Hurtado, Chile.

Alexis Cortés, Sociólogo y Doctor en Sociología, Profesor adjun­to de la Universidad Alberto Hurtado, Chile.

Agradecimientos: Esta entra­da fue posi­ble gra­cias al pro­yec­to FONDECYT 1120529

Ciudad: Brasilia
Productor: Oscar Niemeyer
Personas Vinculadas: Lucio Costa, Juscelino Kubitschek, Roberto Burle Marx
Ubicación: Archivos IPHAN (Río de Janeiro- Brasilia)
País: Brasil
Año: 1956, 1960

Hacer una ciu­dad en las con­di­cio­nes de Brasilia, par­tien­do de la nada, a mil kiló­me­tros de dis­tan­cia del lito­ral, es, por así decir, un ensa­yo de uto­pía. (…). Nuestra época es la época en que la uto­pía se trans­for­ma en Plano, y es prin­ci­pal­men­te ahí que se encuen­tra la más alta acti­vi­dad crea­do­ra del hom­bre: la de la pla­ni­fi­ca­ción. 

— Mario Pedrosa, 2007

Blocos, eixos, / qua­dras / senho­res, esta cidade/ é uma aula de geo­me­tría. 

— Nicolás Behr, 2012.

“Capital de la espe­ran­za”, así bau­ti­zó André Malraux a la nueva ciu­dad que en 1960 se eri­gía en el cen­tro de Brasil como nuevo cen­tro polí­ti­co, mate­ria­li­zan­do una anti­gua aspi­ra­ción bra­si­le­ña de inte­rio­ri­zar el poder. Dejar de mirar el mar, por donde lle­ga­ron los por­tu­gue­ses, para mirar­se a sí mis­mos, lle­nan­do un supues­to vacío que impe­día la rea­li­za­ción del pro­yec­to nacio­nal. Brasilia, ciu­dad pla­ni­fi­ca­da y única, en tanto con­jun­ción de uto­pía moder­nis­ta, coro­na el pro­yec­to geo­po­lí­ti­co de la nacio­na­li­dad inte­gra­cio­nis­ta en ges­ta­ción desde el siglo XIX. Para John Dos Passos, Brasilia era “Pompeya al con­tra­rio”, o sea, no el pasa­do petri­fi­ca­do, sino el futu­ro en con­cre­to arma­do. 

La razón del empla­za­mien­to fue tan míti­ca como estra­té­gi­ca. Mítica, por­que se asu­mió como el cum­pli­mien­to de una pro­fe­cía anun­cia­da en un sueño de Don Bosco que seña­la­ba entre los para­le­los 15° y 20°, una tie­rra pro­me­ti­da ple­tó­ri­ca que daría paso a una gran civi­li­za­ción. Estratégica, no solo por su aso­cia­ción a la idea de un Brasil inde­pen­dien­te ver­ba­li­za­da ya en la cons­pi­ra­ción que da ori­gen al mito nacio­nal (la “incon­fi­dên­cia minei­ra”), sino tam­bién por­que se situa­ba en un cruce que per­mi­ti­ría la inter­co­ne­xión inter­na, irra­dian­do y apro­xi­man­do terri­to­rios ais­la­dos.

Brasilia es un monu­men­to al desa­rro­llis­mo bra­si­le­ño. La rea­li­za­ción arqui­tec­tó­ni­ca y urba­nís­ti­ca de su pro­yec­to de moder­ni­dad. La ciu­dad tomó forma de la mano de Lucio Costa, pla­ni­fi­ca­dor socia­lis­ta, Oscar Niemeyer, arqui­tec­to comu­nis­ta, y sesen­ta mil can­dan­gos o tra­ba­ja­do­res rura­les veni­dos del nores­te del país, bajo el lide­raz­go del pre­si­den­te Juscelino Kubitschek (1956 – 1961). 

Kubitschek la defi­nió como la meta-sín­te­sis de su plan de gobierno que bus­ca­ba ace­le­rar el país cin­cuen­ta años en cinco. Su cons­truc­ción era cohe­ren­te con el man­da­to de recu­pe­rar el tiem­po per­di­do de las nacio­nes pobres fren­te a las ricas. Fue cons­trui­da en menos de 4 años, enmar­cán­do­se como un paso deci­si­vo desde el sub­de­sa­rro­llo y el colo­nia­lis­mo, al desa­rro­llo y la inde­pen­den­cia. En sus pala­bras: “Brasilia no podía y no debía ser una ciu­dad como las otras que exis­ten en el mundo, pues debía cons­ti­tuir la base de irra­dia­ción de un sis­te­ma explo­ra­dor que habría de traer, para la civi­li­za­ción, un uni­ver­so no reve­la­do; ten­dría que ser for­zo­sa­men­te una metró­po­li con carac­te­rís­ti­cas dife­ren­tes que igno­ra­se la reali­dad con­tem­po­rá­nea y se orien­ta­se, con todos sus ele­men­tos cons­ti­tu­ti­vos, hacia el futu­ro. Su idea­ción supo­nía un con­tras­te, por tanto, entre la urba­ni­za­ción caó­ti­ca del pasa­do y la con­fluen­cia entre uto­pía y forma que se espe­ra­ba impri­mir en la nueva capi­tal. “Un paso del ayer al maña­na”, según Aldous Huxley.

Lúcio Costa ela­bo­ró el Plan Piloto de Brasilia como pro­yec­to polí­ti­co-eco­nó­mi­co que se dibu­ja sobre la saba­na del Brasil cen­tral como un gran vacío del hin­ter­land: la señal de la cruz que se curva y forma los ejes cru­za­dos –el Monumental y el Rodoviario–, los sec­to­res cen­tra­les, las super-qua­dras, las áreas monu­men­ta­les, los comer­cios y las habi­ta­cio­nes. Las esca­las que dan forma a esta con­cep­ción urba­na y utó­pi­ca de la ciu­dad son cua­tro: la monu­men­tal, la resi­den­cial, la gre­ga­ria y la bucó­li­ca. La sec­to­ri­za­ción y la esca­la modu­lor deter­mi­na­ron el aspec­to de Brasilia y fue­ron dise­ña­das como esca­las trans­ver­sa­les a la mor­fo­lo­gía y al modo de vivir. La célu­la mater del Plan es la uni­da­de de vizinha­nça, que expre­sa la fun­ción habi­ta­cio­nal y la inten­ción pro­gra­má­ti­ca de socia­li­za­ción en los amplios espa­cios públi­cos al nivel del suelo. 

Oscar Niemeyer fue el encar­ga­do de impri­mir­le el carác­ter monu­men­tal a la nueva capi­tal. El arqui­tec­to llevó hasta las últi­mas con­se­cuen­cias la “antro­po­fa­gia” moder­nis­ta bra­si­le­ña, sub­vir­tien­do los prin­ci­pios del moder­nis­mo arqui­tec­tó­ni­co, rebe­lán­do­se con­tra el ángu­lo recto para pri­vi­le­giar las cur­vas y prio­ri­zan­do la belle­za por sobre la fun­ción. Para él, no había fron­te­ra entre arte y arqui­tec­tu­ra, por lo que pensó el con­jun­to de edi­fi­ca­cio­nes como un museo a cielo abier­to. En su con­cep­ción arqui­tec­tó­ni­ca de los pala­cios –Planalto, Alvorada, Buriti, Jaburu y Itamarati– y la blan­ca cate­dral, el arqui­tec­to llegó a una com­po­si­ción espec­ta­cu­lar, a tra­vés de la sim­pli­ci­dad y la impo­nen­cia de las for­mas exte­rio­res. Son los atri­bu­tos de las gran­des obras esta­ta­les y monu­men­ta­les con los que el Movimiento Moderno se con­so­li­da en Brasil desde los años trein­ta. A tra­vés de la téc­ni­ca de la arma­du­ra de con­cre­to, se con­fie­re a la arqui­tec­tu­ra, el volu­men, el juego y la sinuo­si­dad que per­mi­te la expre­sión de la den­si­dad y la trans­pa­ren­cia de la curva. Según el pro­pio Niemeyer: “Como para noso­tros, la arqui­tec­tu­ra es inven­ción, los que visi­ten Brasilia les puede gus­tar o no sus pala­cios, pero nunca podrán decir que vie­ron antes cosa pare­ci­da”. Esa ima­gi­na­ción des­bo­ca­da en su dise­ño llevó a que Yuri Gagarin, el céle­bre cos­mo­nau­ta sovié­ti­co, le con­fe­sa­ra al Presidente Kubitschek, al cono­cer la capi­tal, que “se sen­tía des­em­bar­can­do en otro pla­ne­ta”.

Más de cin­cuen­ta años des­pués desde su inau­gu­ra­ción, Brasilia sin­te­ti­za polí­ti­ca­men­te las con­tra­dic­cio­nes de una nación aún en cons­truc­ción: la segre­ga­ción y la des­igual­dad social siguen carac­te­ri­zan­do al con­jun­to de la socie­dad bra­si­le­ña. Para Lúcio Costa: “Brasilia es, por lo tanto, una sín­te­sis de Brasil con sus aspec­tos posi­ti­vos y nega­ti­vos, pero tam­bién tes­ti­mo­nio de una fuer­za viva laten­te”. Y, aun­que el urba­nis­ta espe­ra­ba que la nueva capi­tal fuera “dife­ren­te” res­pec­to de las demás ciu­da­des, ella ha toma­do dis­tan­cia de la uto­pía ori­gi­nal. Transformada en Patrimonio Mundial en 1987, un cor­dón de pobre­za la rodea, vol­vién­do­se vul­ne­ra­ble a los gran­des intere­ses de la espe­cu­la­ción inmo­bi­lia­ria. El gran pro­yec­to utó­pi­co corre el peli­gro de vol­ver­se no más que una ruina. Las evi­den­cias de colo­ni­za­ción de la tie­rra urba­na y los espa­cios resi­den­cia­les por las finan­zas glo­ba­les, trans­for­man pro­gre­si­va­men­te a Brasilia –patri­mo­nio de la huma­ni­dad– en un lugar de extrac­ción de renta. 

Tal como ha seña­la­do Adrian Gorelik, el víncu­lo de la van­guar­dia con el Estado inter­ven­cio­nis­ta post­cri­sis de 1930 y con el Estado desa­rro­llis­ta de los años cin­cuen­ta, con­so­li­da en Brasilia –y tam­bién en Latinoamérica– a la arqui­tec­tu­ra moder­na como una vía para la cons­truc­ción de una cul­tu­ra, una socie­dad y una eco­no­mía nacio­nal.

Referencias

Libros y publi­ca­cio­nes aso­cia­das:

Corbisier, R. (1960). Brasília e o des­en­vol­vi­men­to nacio­nal. ISEB.

Cortés, A. (2019). Brasília, utó­pi­ca y monu­men­tal: Disputas patri­mo­nia­les. En F. Márquez (Ed.), Patrimonio: Contranarrativas urba­nas (pp. 271–310). Santiago, Universidad Alberto Hurtado.

Costa Couto, R. (2010). Brasília Kubitschek de Oliveira. Río de Janeiro, Brasil: Record.

Costa, L. (2018). Registro de uma vivên­cia (3ª ed.). São Paulo, Brasil: Editora 34.

Kubitschek, J. (1975). Por que cons­truí Brasília. Río de Janeiro, Brasil: Bloch.

Leme Galvão, J. (2019). Brasília es un jar­dín. En F. Márquez (Ed.), Patrimonio: Contranarrativas urba­nas (pp. 263–269). Santiago, Chile: Ediciones Universidad Alberto Hurtado.

Lins Ribeiro, G. (2006). El capi­tal de la espe­ran­za: La expe­rien­cia de los tra­ba­ja­do­res en la cons­truc­ción de Brasilia. São Paulo, Brasil: Ediciones Antropofagia.

Galería
Scroll al inicio