
Marcha por Vietnam
Javiera Manzi A. Socióloga y archivera de la Universidad de Chile. Investigadora, docente y curadora independiente. Coautora del libro “Resistencia gráfica, dictadura en Chile” (Lom, 2016). Integrante de la RedCSur y coordinadora de Modernismo Latinoamericano.
Pablo Bivort. Sociólogo, Magíster en Comunicación Política y Estudiante del Doctorado en Filosofía con mención en Estética y Teoría del Arte de la Universidad de Chile.
Jóvenes chilenos: condenemos enérgicamente la agresión imperialista, exijamos el cese inmediato de la intervención norteamericana en el Vietnam y el retiro de sus tropas de ese país. Demostremos con mayor fuerza nuestra solidaridad y apoyo a la heroica lucha del pueblo vietnamita. Hagamos posible la paz mundial luchando contra el imperialismo yanqui
— Juventudes Comunistas de Chile, 1967
A fines de los sesenta, el pueblo vietnamita llevaba más de veinte años resistiendo el colonialismo francés y el imperialismo norteamericano. En plena Guerra Fría, las movilizaciones de jóvenes contra la guerra y la política armamentista se multiplicaban en todo el mundo. A pesar de la distancia, desde América Latina y particularmente en Chile,los ojos se volcaron no sólo con preocupación, sino también con admiración por el pueblo de Vietnam cuya experiencia encarnaba la tenacidad de la lucha de liberación del Tercer Mundo. En ese contexto, se organizó la Marcha de Solidaridad con el Vietnam entre el 8 y el 13 de julio de 1967, cuando cerca de dos mil jóvenes caminaron desde Valparaíso a Santiago exigiendo al gobierno de Frei Montalva que el Estado de Chile se pronunciara por el cumplimiento del Convenio de Ginebra y el cese inmediato de los bombardeos.
A partir de un llamamiento realizado por las Juventudes Comunistas, el 23 de junio de 1967 se conformó el Comando Juvenil encargado de la organización con representantes de diversos partidos políticos (las Juventudes Comunistas, la Juventud del Partido Socialista, del Partido Radical y también de la Democracia Cristiana), asociaciones sindicales (el Departamento Juvenil de la CUT, la Federación de Normalistas, la Asociación de Profesores y Empleados de la Universidad de Chile y la Federación del Metal) y federaciones estudiantiles (la Unión de Federaciones Universitarias, la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile y la Federación de Estudiantes de la Universidad Técnica del Estado). Esta amplia articulación juvenil de trabajadoras y trabajadores, estudiantes y militantes de diversas tendencias fue algo absolutamente inédito, y da cuenta de la importancia y transversalidad que llegó a tener la solidaridad con Vietnam y el repudio de las acciones de EEUU.
El comando tuvo la tarea de organizar los actos centrales, la logística y levantar los grupos de primeros auxilios. A pesar de la envergadura de la tarea y la urgencia que les convocaba, procuraron comunicar todo desde un registro informal, incluso humorístico. Muestra de esto es un instructivo que señalaba entre juegos de palabras e insinuaciones poco usuales para la solemnidad de la cultura militante, recomendaciones generales de lo que debían llevar a la marcha:
- “Ropa gruesa, bototos, frazadas y bolsas de nylon POR SI LLUEVE; carpas.
- Servicio completo (no del higiénico, ése es así no más, detrás de un árbol).
- Alimento seco (porotos, tallarines, maní, chocolate, café, azúcar y “otras yerbas”).
- Medicamentos surtidos, pastillas de menta (snif), vaselina (pa’ los pieses), etc. (etc. lleven hartazo).
- Una botella de “juerte pa’l frío” (Ojalá PISCO, pero POSCO).
- 4 lucas pa’l tren; el regreso es gratis (¡Ja-já!, las patitas!)
- Guitarra, pito, bombo y platillos pa’ meter bulla por el campeonato.”
(Juventudes Comunistas de Chile, 1967)
Ese día, antes de subir al tren desde Santiago a Valparaíso, la entonces diputada Gladys Marín, quien entonces era la secretaria general de las JJCC, señaló: “Es este el más grande esfuerzo realizado por las juventudes contra el imperialismo, esta marcha tendrá honda repercusión en Chile”. Sus palabras anticipan las expectativas compartidas por una jornada histórica, marcada por la convicción de un antiimperialismo juvenil, alegre y combativo.
La marcha comenzó a las 15:30 desde Valparaíso con un acto en la Plaza Sotomayor donde tocó Patricio Manns y avanzó 187 km por catorce localidades: Viña del Mar, Quilpué, Villa Alemana, Limache, Quillota, Calera, Ocoa, Llay Llay, Montenegro, Til Til, Polpaico, Batuco, Colina y Quilicura. Culminó con un acto en la Plaza Vicuña Mackena en el centro de Santiago donde tocaron Isabel y Angel Parra. Según registros del comité organizador, participaron más de dos mil jóvenes en el tramo completo y se sumaron seis mil personas más en la última etapa. En cada parada, se organizaron recibimientos y se entregó un distintivo con los colores de la bandera del Frente de Liberación Nacional de Vietnam del Sur a las y los marchantes. Quienes cumplieran todas las etapas recibían el título de “Brigadista Nguyen Van Troi” en homenaje a uno de los héroes de Vietnam.
Caminaron por la carretera entre una ciudad y otra con banderas vietnamitas, chilenas y lienzos de cada partido y organización presente. Cargaron guitarras al hombro, botiquines de maleta, pesados estandartes con el rostro del Ché Guevara y Ho Chi Min, y también letreros con consignas hechos a manos donde se leía “Crear dos, tres Vietnam” o “Adelante, adelante, obreros y estudiantes”. En el documental “Por La Vida” de 1968 realizado por Rubén Soto y Jaime Ortiz se ve a miles de jóvenes caminar sorteando el frío y el cansancio, mientras se dan ánimo con gritos como “Ho Ho, Ho Chi Minh, lucharemos hasta el fin” y, con algo más de rabia, “Yanqui escucha ándate a la chucha”. Quienes les veían pasar por sectores rurales y pueblos aislados se emocionaron con su llegada. El folleto publicado en 1968 por Ediciones Jota-Jota, registró las voces de personas como Eugenia Herrera vecina de La Calera quien señaló “dan ganas de marchar con ellos” o la de Carmen Valenzuela que dijo “hacía mucho tiempo que no veía algo tan lindo en la Carretera”.
Existió una amplia cobertura de periódicos como El Siglo y La Nación que en sus titulares rescataron el carácter inédito de la convocatoria y la participación de distintas tendencias políticas. Por otro lado, un medio de derecha como El Mercurio la tildó de “manifestación extremista” y sectores derechistas del Partido Radical y la Democracia Cristiana ocuparon esa tribuna para criticar la adhesión y el entusiasmo con que las juventudes de sus propios partidos adhirieron al llamado de las JJCC y su carácter antiimperialista. Este quiebre generacional se agudizará en décadas posteriores con la creación de referentes de una nueva izquierda cristiana y campesina que quiebra con la DC y se une a la Unidad Popular.
La Marcha de Solidaridad con Vietnam representa un hito central en la conformación del imaginario social y político de la juventud chilena en los años sesenta. Entusiasmó a decenas de documentalistas, artistas y militantes de diversas tendencias y hasta el día de hoy sigue siendo una experiencia recordada con añoranza por quienes participaron. Encarnó la potencia de una nueva épica internacionalista y antiimperialista para las izquierdas chilenas del período. Una gesta llena de alegría asumida por la juventud de un país que decidió hacer suya las luchas por la paz y la liberación nacional de pueblos al otro lado del mundo.
Referencias
Libros y publicaciones asociados:
Juventudes Comunistas de Chile. (1968). Por Vietnam (folleto). Santiago, Chile: Ediciones Jota Jota.
Material audiovisual:
Archivo DiFilm. (1967). Marcha de jóvenes en Chile — Protesta contra la guerra en Vietnam [Cortometraje]. YouTube. https://youtu.be/ZeXvu4_3mvk?si=faEKgh9KuWwO_TJD
Sapiain, C., & Ramírez, Á. (1969). Por Vietnam [Cortometraje]. Centro de Alumnos Instituto Pedagógico Universidad de Chile. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=h2TABfo1Zsw
Soto, R., & Ortíz, J. (1968). Por la Vida [Largometraje]. Archivo Patrimonial USACH. https://archivopatrimonial.usach.cl/material-audiovisual/ute-rs-dig‑1/
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